Te
fuiste en silencio, sin hacer ruido,
pasando
de puntillas entre nosotros,
para
que no sufriéramos como tú lo has hecho.
Has
sido un hombre fuerte, muy fuerte, quizás demasiado fuerte.
Te
recordaremos siempre, por tu bondad,
por
hacernos la vida más fácil, por estar siempre ahí,
disponible
y dispuesto cada vez que te hemos necesitado.
Te
añoraremos en las reuniones y más allá de ellas,
nunca
nos olvidaremos de ti, de quién has sido, y de cómo has sido con
todos.
Para
mi, no sólo
has sido un hermano, has sido mucho más,
y
siempre has sabido ser un buen hijo,
padre,
hermano, esposo, cuñado, yerno, primo, tío y sobrino.
Has
sido siempre, y sin que nadie lo pidiera,
nuestro
ángel protector,
aquel
que nos decía, los pros y los contras de las situaciones,
y
aunque no nos dabas consejos, tu opinión era la decisión final.
El
espacio que dejas, será nuestro espacio,
siempre
estará ahí, en su sitio, donde debe estar.
Te
echaré mucho de menos.
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