miércoles, 28 de octubre de 2015

Ángel protector


Te fuiste en silencio, sin hacer ruido, 
pasando de puntillas entre nosotros, 
para que no sufriéramos como tú lo has hecho. 
Has sido un hombre fuerte, muy fuerte, quizás demasiado fuerte.
Te recordaremos siempre, por tu bondad, 
por hacernos la vida más fácil, por estar siempre ahí, 
disponible y dispuesto cada vez que te hemos necesitado.

Te añoraremos en las reuniones y más allá de ellas, 
nunca nos olvidaremos de ti, de quién has sido, y de cómo has sido con todos.

Para mi, no sólo has sido un hermano, has sido mucho más, 
y siempre has sabido ser un buen hijo, 
padre, hermano, esposo, cuñado, yerno, primo, tío y sobrino.


Has sido siempre, y sin que nadie lo pidiera,
nuestro ángel protector,
aquel que nos decía, los pros y los contras de las situaciones,
y aunque no nos dabas consejos, tu opinión era la decisión final.

El espacio que dejas, será nuestro espacio,
siempre estará ahí, en su sitio, donde debe estar.

Te echaré mucho de menos. 

martes, 13 de octubre de 2015

Testigo

Aquella noche, nosotros dos junto a la luna, uno frente al otro y con una luz tenue que insinuaba nuestras siluetas, nos mirábamos a los ojos y penetrábamos en ellos, tú en los míos y yo en los tuyos, así, sin más… sin palabras.

Esa noche, mientras titubeaba la luna llena, las nubes iban y venían como queriendo ser testigos de nuestra realidad. Era emocionante ver como competían por nosotros, la luna nos llenaba de esa luz brillante que luce cuando está completamente llena, y las nubes intentando apagar esa luz cegadora y dejarnos a media luz, dónde nuestras figuras apenas se distinguieran para crear un entorno privado, nuestro… de los dos.

No sería fácil olvidar esa noche, tu mirada tierna acompañada de tus movimientos instintivos  y muy sensuales, contrastaban con mi voz temblorosa y mis expresiones algo torpes, por no decir que se me habían olvidado las palabras.
Creo que las nubes se apiadaban de mí y mitigaban la luz cegadora de la luna para que no repararas en esas torpezas.

Siempre he creído ser una persona tranquila y serena, pero esa noche me transformé, si, en alguien que ni yo había conocido hasta entonces. Insegura de mis actos, balbuceante en mi voz -cuando salía-, tenía ausencia de palabras, pero aún así, la recuerdo con nostalgia.




Me enseñaste a reconocer mis errores, y que esa noche parecían estar aliados contigo, me infundiste el ánimo necesario para que poco a poco dejara escapar esa timidez y  sucumbiera a la confianza sin rubor alguno, pero con algún sonrojo que otro ¡para que negarlo !.

Sí, fue aquella noche donde empezó todo.

Ese cariño, que empezó con torpeza, me llenó de alegría y felicidad.  Era genial sentirse deleitada por atenciones que nunca antes tuviste. ¡Que bonito!, sencillo y muy especial, como todo lo que trajiste a mi vida.

Esa noche, la emoción me embargaba y quedé supeditada al entorno que traicionó mi confianza. Pero no la culpo, al contrario, la felicito… porque me devolvió una parte de la vida que ignoraba o no quería ver.

Esa parte de la vida, de mi vida, no se puede olvidar… porque la luna y las nubes, cada día me la recuerdan. Me recuerdan quién somos, como somos y el cariño que nos tenemos, y lo seguirán haciendo mientras la noche siga siendo el testigo de los dos.