Tú, mi gacela,
pequeña y calmada,
no ansías la inquietud
que la especie anhela,
tú, eres como el agua en calma
de un dulce lago,
siempre a mi lado,
siempre junto a mi,
constantemente conmigo.
Tú, mi gacela,
que tu única preocupación
es saber,
cuando regresaré para alimentarte,
para acurrucarte a mi cuerpo,
poner tu pezuña sobre mi,
y dormirte al calor del amor.
Tú, mi gacela,
que al crecer te desvinculas,
para morar en libertad,
sobre montañas sólidas,
y quizás frías,
extenderás tus dominios
más allá del sol,
de las estrellas,
y de mi.
Tú, mi gacela,
que en la noche te extraño,
y añoro la pezuña sobre mí.
Pero consuela el saber,
como buena gacela,
que, con el tiempo,
un día serás tú,
la gacela emocionada,
por esos tiernos antílopes, que,
siempre estarán a tu lado,
no se separarán de ti,
y por más que intentes evitarlo,
no te dejarán dormir.
Bello poema Concepción.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Muchas gracias por leer, Ricardo, me alegro que te haya gustado. Un abrazo
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