viernes, 10 de julio de 2015

INCERTIDUMBRE




A una edad temprana ya admitía mi soledad, pero surgió lo inesperado e inimaginable, y aunque no ocurrió de repente, afectó por completo a mi vida sin saber con exactitud lo que estaba sucediendo

En aquel entonces, me sentía como una niña, siempre cantando, sonriendo, expresando mi alegría, sin importarme el lugar o personas que hubiera en el mismo, y como no,  la sonrisa de mis ojos dejaba entrever mi júbilo.

No era la primera vez, que sentía ese tipo de energía y vigor que me trasladaba a un mundo de ensueño, no había maldad a mi alrededor. ¿que pasaba?, todo el mundo era feliz, dichoso, o por lo menos, a mí me lo parecía.

Creía tener unos duendecillos en mi estómago, alborotados y desplazándose de un punto a otro de mi aparato digestivo...

¡Qué feliz era!

Me sentía genial, pletórica, rebosaba alegría por doquier y era tal mi vitalidad, que no sentía dolor  alguno, todo eran atenciones, cuidados, arrumacos y consideraciones.

No obstante, un día...volvió a suceder.

Retornó la apatía, el desasosiego, y esa espada blandiéndose en el aire, fue a parar a mi estómago y mató los duendecillos.

Se hizo el silencio.

Se fue la niña alegre, que cantaba y sonreía, sin duendecillos no había ilusión, volvió la tristeza, y con ella, la visión de un  mundo cruel y tirano que no le importa hacer daño a un ser, que había creado una ciudad en las nubes.

¡Ay! ¡Pobres duendecillos!

Una indecisión fue la causante  del quebranto de ese amor, parecía duradero ¡o eso creía yo!, más, fue toda una revelación.

Una manifestación insensible del que no se quiere involucrar, fue la autora de esta historia que no llegó a su  final.

Rubricada,  me quedó su huella en la piel, como un tatuaje eterno y sin resolver.

Ya no soy la misma.

Ahora, vuelvo a admitir mi soledad, no ocurrió de repente, pero afectó por completo a mi vida sin saber con exactitud lo que estaba sucediendo.

Aprendí a valorar mis sentimientos, a crearme nuevos sueños y establecer la esperanza plena.

Y, aunque no fue tarea fácil, creé unos geniecillos, que animaron, deleitaron y entusiasmaron, la ilusión desvanecida.

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