domingo, 26 de julio de 2015

LA AMISTAD


La amistad no se esconde,
se presume de ella,
enorgullece tenerla y
se la  tiene en cuenta.

Su devoción es innata
y el aprecio la completa,
pero sólo una amistad
puede ser,
aliada y enemiga
a la vez,
de ternura ,
afecto,
y simpatía.

Es por ello,
que embruja,
seduce,
y cautiva la pasión
sin dejar decidir al corazón

UN AMOR INCONCLUSO

Te llevo tan dentro de mi corazón,
que aunque intente
con mi juicio, desterrarte
mis sentimientos lo bloquean,
no lo dejan actuar,
se abalanzan contra él
y no permiten que te ignore,
pero, el cariño no florece,
y mi corazón padece


Tal vez no le dio la luz
que debía iluminarlo,
o, tal vez fue,
una lealtad incrustada
que no debía ser,
sea lo que fuere,
me ahoga,
y aún así,
deseo que siga interno
porque sé,
que es lo único que contaré
en el libro de mis sueños.

Pensamientos




En mis pensamientos ahondan y perduran 
esos momentos inevitables y sinceros 
que sorben nuestro amor con armonía y seducción innata.

Pensamientos que acaban en sentimientos 
y desparraman todas sus sensaciones  
a lo largo de nuestros cuerpos expuestos 
a la enajenación del momento más profundo del ser humano.

Pensamientos que anulan mi mente 
y acuden a la tuya para hacerte partícipe de esa reflexión, 
para crear un equilibrio de seducción singular y natural y, 
por si no fuera bastante, 
para crear un ambiente de incitación y embrujamiento 
que nos transportará a la culminación perfecta 
y exaltación de nuestro ánimo, 
dejando nuestros cuerpos extendidos y exhaustos 
tras la embriaguez de esos momentos.

Luego, al frío de otros momentos, 
reaparecen los "otros pensamientos" 
más gélidos, impasibles y menos intensos, 
pero al fin y al cabo, 
seguirán siendo pensamientos

LA PRIMAVERA

Los niños de la Aldea


Cuando el sol empieza a salir tímidamente por el horizonte y la nieve empieza a derretirse , los más pequeños de la aldea miran a través de la ventana para no perderse ningún detalle del deshielo y esperan con ansiedad a ese fino hilo de color verde que simula una hierba entre la nieve. En cuanto la ven salir, gritan todos al unísono ¡ha llegado la primavera!. 

viernes, 10 de julio de 2015

INCERTIDUMBRE




A una edad temprana ya admitía mi soledad, pero surgió lo inesperado e inimaginable, y aunque no ocurrió de repente, afectó por completo a mi vida sin saber con exactitud lo que estaba sucediendo

En aquel entonces, me sentía como una niña, siempre cantando, sonriendo, expresando mi alegría, sin importarme el lugar o personas que hubiera en el mismo, y como no,  la sonrisa de mis ojos dejaba entrever mi júbilo.

No era la primera vez, que sentía ese tipo de energía y vigor que me trasladaba a un mundo de ensueño, no había maldad a mi alrededor. ¿que pasaba?, todo el mundo era feliz, dichoso, o por lo menos, a mí me lo parecía.

Creía tener unos duendecillos en mi estómago, alborotados y desplazándose de un punto a otro de mi aparato digestivo...

¡Qué feliz era!

Me sentía genial, pletórica, rebosaba alegría por doquier y era tal mi vitalidad, que no sentía dolor  alguno, todo eran atenciones, cuidados, arrumacos y consideraciones.

No obstante, un día...volvió a suceder.

Retornó la apatía, el desasosiego, y esa espada blandiéndose en el aire, fue a parar a mi estómago y mató los duendecillos.

Se hizo el silencio.

Se fue la niña alegre, que cantaba y sonreía, sin duendecillos no había ilusión, volvió la tristeza, y con ella, la visión de un  mundo cruel y tirano que no le importa hacer daño a un ser, que había creado una ciudad en las nubes.

¡Ay! ¡Pobres duendecillos!

Una indecisión fue la causante  del quebranto de ese amor, parecía duradero ¡o eso creía yo!, más, fue toda una revelación.

Una manifestación insensible del que no se quiere involucrar, fue la autora de esta historia que no llegó a su  final.

Rubricada,  me quedó su huella en la piel, como un tatuaje eterno y sin resolver.

Ya no soy la misma.

Ahora, vuelvo a admitir mi soledad, no ocurrió de repente, pero afectó por completo a mi vida sin saber con exactitud lo que estaba sucediendo.

Aprendí a valorar mis sentimientos, a crearme nuevos sueños y establecer la esperanza plena.

Y, aunque no fue tarea fácil, creé unos geniecillos, que animaron, deleitaron y entusiasmaron, la ilusión desvanecida.